Casi 30 años después, el primer SMS fue subastado como NFT
Fueron solo 14 letras las que marcaron el inicio de una nueva era en la telefonía móvil: «Merry Christmas» («Feliz Navidad») rezaba el mensaje recibido por un empleado de Vodafone el 3 de diciembre de 1992. Se trataba del primer SMS del mundo, y del inicio de una nueva forma de comunicación.
Lo que entonces era innovación, es ahora un trozo de historia tecnológica. Casi tres décadas después de aquel hito, dicho SMS ha sido subastado por la casa de subastas francesa Aguttes como activo o «token» no fungible (NFT).
Los NFT son códigos digitales aparejados a objetos tangibles o bienes virtuales. No se trata de los derechos de las fotos o vídeos que se pueden visualizar, ya que estos están sujetos a derechos de autor y no forman parte de un activo no fungible.
Un NFT es más bien un certificado digital que se basa en la tecnología «blockchain» y, por lo tanto, está a prueba de manipulaciones. Esta cadena de datos hace que la persona que la posea sea el único propietario del código. Dependiendo de a qué se refiera el NFT en el mundo real, mayor será su importancia.
Estos certificados de autenticidad están de moda. En marzo del año pasado, por ejemplo, se subastó como NFT el primer tuit del fundador de Twitter, Jack Dorsey, por 2,9 millones de dólares estadounidenses. Pocos meses después se vendió el primer código fuente de la World Wide Web (WWW) de Tim Berners-Lee, también como NFT, por 5,4 millones de dólares.
Ahora es el turno de los SMS. Para este código digital, la casa de subastas Aguttes había anunciado entre las ofertas de su página web un rango de 100.000 a 200.000 euros (entre 115.000 y 230.000 dólares estadounidenses). El coordinador de Desarrollo de la casa de subastas, Maximilien Aguttes, esperaba un precio más alto, ya que, según su opinión, este primer mensaje de texto es un testimonio histórico del progreso y absolutamente único.
El SMS fue vendido finalmente por algo más de 120.000 dólares a un interesado canadiense. El vendedor, Vodafone, expresó su intención de donar la suma a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Por razones legales, junto con el SMS también se subastaron otros objetos, incluido un marco digital para hacerlo visible.
El programador Neil Papworth, que en 1992 envió dicho corto mensaje desde un ordenador en Inglaterra a un teléfono móvil de un colega de Vodafone, vive ahora en Montreal. ¿Qué opina de que los SMS tengan una imagen digital? «Los NFT no son lo mío, nunca he comprado ni vendido uno», explica a dpa. «Pero si la gente quiere comprar algo así, ¿por qué no?». Papworth valora el hecho de que la subasta haya recaudado dinero para una buena causa y hecho feliz al comprador.
El mercado de los NFT crece a pasos agigantados. Según un estudio de la plataforma del sector «nonfungible.com», en el tercer trimestre de 2021 se vendieron, solo en Estados Unidos, NFT por un valor equivalente total de 5.900 millones de dólares. Esta cifra es casi ocho veces superior a la del segundo trimestre del mismo año (800 millones de dólares).
Durante el periodo mencionado, el número de estadounidenses que compraron al menos un NFT por trimestre se triplicó, por lo que, de media, un comprador de NFT invirtió bastante más dinero que antes. Otros análisis, por ejemplo, el de la plataforma Chainalysis, ven una fuerte tendencia también a nivel global.
En sitios web como «rarible.com», artistas y otras personas con conocimientos de Internet ofrecen imágenes digitales, y casas de subastas clásicas como Christie’s y Sothebys también participan en estas acciones. Sin embargo, no se trata únicamente de subastas de NFT de obras de arte, objetos de colección u objetos curiosos.
Los NFT también están presentes en el mundo de los videojuegos. Por ejemplo, cuando las espadas y los escudos de los juegos de rol están marcados con esta referencia digital, se convierten en únicos, y el jugador sabe entonces que siempre está usando la misma arma del videojuego y no cualquier otra del mismo tipo.
Toni Caradonna, experto suizo en tecnología «blockchain», considera que los NFT forman parte de una nueva ola de digitalización. En la primera oleada de los años 90, explica, los correos electrónicos revolucionaron la comunicación, y en la oleada posterior, los medios sociales dieron lugar a nuevas comunidades. «Ahora se trata de la digitalización de valores y de la propiedad», asevera Caradonna, integrante de la junta directiva de Swiss Blockchain Trust Solutions AG.
«Con el copiar y pegar de las últimas décadas, hemos perdido el control digital sobre la propiedad», añade Caradonna. Los activos no fungibles contribuyen a recuperarlo. «Con los NFT, puedo demostrar que algo me pertenece solo a mí: tengo el control», puntualiza el experto.
Sin embargo, un NFT sigue refiriéndose únicamente al mundo digital. Por ejemplo, el primer tuit: aunque Jack Dorsey lo ha subastado, todavía se lo puede leer en su página de Twitter con fecha del 21 de marzo de 2006: «just setting up my twttr». Caradonna explica que el NFT es una referencia a un objeto real: «No se trata de la propiedad del objeto vinculado al NFT, sino del NFT en sí: un ejemplar digital único que no se puede copiar».
El economista y catedrático alemán Philipp Sandner atribuye a los NFT «un valor ideal muy alto». El experto señala que los aficionados al deporte, entre otros, son un público objetivo importante, y explica que la asociación de baloncesto estadounidense NBA, por ejemplo, vende minutos de partido como NFT.
«Si un jugador hace una clavada en ese preciso minuto, puedo decir con orgullo: el NFT de ese minuto es todo mío», explica Sandner, y aclara que el vídeo real del minuto en cuestión no tiene nada que ver, ya que ese contenido está sujeto a las normas de derechos de autor.
¿Y qué ocurrirá después con los NFT? Sandner opina que se trata de una fase transitoria de revuelo y bombo publicitario con un carácter muy especulativo, y se refiere a otras modas anteriores a la era de Internet. Antaño, explica, los coleccionistas también pagaban mucho dinero por los sellos o las figuritas de fútbol Panini, pero la pasión por el coleccionismo pasó y hoy los sellos y los álbumes de figuritas o cromos pasan desapercibidos en los armarios.
Según el experto, la demanda de NFT también disminuirá en algún momento, sin embargo, a diferencia de los amarillentos objetos de colección hechos de papel, los activos no fungibles nunca perderán su atractivo: «Habrá fluctuaciones, pero han venido para quedarse».
dpa