Dominique Ohaco, unos Juegos Olímpicos al final del túnel
Los planes deportivos de Dominique Ohaco tuvieron un duro revés en agosto de 2018. La abanderada chilena de los Juegos de Sochi-2014 sufrió una grave lesión que puso en peligro una tercera participación olímpica.
«Tuve una lesión del ligamento cruzado y menisco entrenando en Nueva Zelanda en agosto de 2018 y esta lesión me dejó fuera del esquí casi todo un año», explica la especialista de slopestyle a la AFP.
«No fue fácil volver físicamente o psicológicamente. Una queda asustada después de haber tenido una recuperación tan larga», añade la chilena de 26 años.
Cuando parecía que podía recuperarse de la lesión llegó la pandemia del covid como un freno más a su vuelta al plano deportivo.
«No se podía entrenar. Fue difícil retomar. Hubo eventos cancelados, cambios de planes de último minuto. Y todo ello viniendo de esa lesión», señala para explicar que le fue complicado recuperar la forma.
– Cuatro años difíciles –
Y las molestias en la pierna, tras la operación, persistían.
«El año pasado, entrenando, tenía algunas molestias en la rodilla. No ha sido una clasificación fácil, pero ya estamos clasificados y veremos qué pasa», agrega.
En Sochi-2014, Dominique Ohaco Gallyas, que tiene origen vascofrancés por su padre y húngaro por su madre, terminó en decimotercera posición en slopestyle, una especialidad del snowboard, la mejor posición de una mujer chilena en unos Juegos de Invierno, cerca del undécimo puesto de Thomas Grob en la combinada del esquí alpino de Nagano-1998.
Cuatro años más tarde, en Pyeongchang-2018, quedó en vigésima posición, afrontando ahora su tercera cita.
«El deporte era muy nuevo y en Sochi era la primera vez que estaba en los Juegos Olímpicos. El nivel ha evolucionado mucho desde Sochi. Estos cuatro años estuve lesionada una gran parte de este tiempo, así que no sé cuál va a ser el resultado de China. Espero tener un buen resultado, pero cualquier cosa puede pasar», afirma.
La llegada al esquí fue una cosa natural para Dominique Ohaco.
«Empecé a esquiar con dos años y medio, ya que toda mi familia es fanática del esquí. Por ello, toda mi infancia estuve esquiando como mis primos, padres, tíos, abuelos», dice.
Cuando se le pregunta por la dificultades que ha encontrado desde entonces hasta concretar el sueño olímpico, Ohaco se acuerda de los viajes.
«En Chile tenemos montañas increíbles, pero para el deporte que yo hago tengo que irme mucho fuera. He tenido que acostumbrarme a lo largo de los años a agarrar mis bolsas e irme por varios meses. Obviamente nunca fue fácil, sobre todo cuando eres más pequeña y te vas al otro lado del mundo. Estás sola y no es algo fácil para ninguna persona. Tienes lesiones, hay días que una está muerta de frío, hay días que no te sientes bien psicológicamente», explica.
– Desventaja respecto a Europa –
Pese a que Chile es un país andino, con muchas montañas, no llega a competir con las naciones europeas en los deportes de nieve.
«La explicación es que Chile no tiene la cultura de vivir en la montaña como esos países. No tenemos pueblos de montaña, la gente no vive en pueblos donde agarras tus cosas y puedes irte a esquiar. Tenemos una desventaja en ese sentido respecto a esos países donde los niños pequeños van del colegio a la montaña y de la montaña al colegio. En Chile los pueblos de montaña que hay son muy pequeños y vive muy poca gente, así que no es tan fácil poder entrenar», resume Ohaco, que ha terminado sus estudios de diseño.
«Terminé antes de que apareciera el covid. Las vacaciones de verano son para mí los períodos en que tengo más competencias y entrenamientos. En diciembre, enero, febrero y marzo siempre estoy de viaje. No sé cómo pero ya conseguí terminar la universidad. Una vez que acabé, me dediqué plenamente al esquí», concluye.
Tras finalizar sus estudios acomete su tercera experiencia olímpica, después de un período de cuatro años de sinsabores (lesión) y alegrías (sus estudios). Su presencia en Pekín es ya una victoria para ella.
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