“El Paraguay está adquiriendo características de un narcoestado”: el contundente editorial del principal diario del país sudamericano

Unos hombres cargan a una mujer tras el tiroteo registrado este domingo en un festival musical en San Bernardino (Paraguay). EFE/ Stringer
Unos hombres cargan a una mujer tras el tiroteo registrado este domingo en un festival musical en San Bernardino (Paraguay). EFE/ Stringer

El diario ABC Color, el principal del Paraguay, publicó este martes un contundente editorial en el que afirmá que el país “está adquiriendo carcaterísticas de un narcoestado luego de que en el primer mes del año se contabilizaron 28 asesinatos por sicarios, los últimos en el festival musical “Ja’umina Fest”, donde concurrieron miles de personas el domingo pasado.

“La población ya no está segura en ningún lugar, pues no pocas veces personas inocentes, incluyendo niños, han resultado víctimas colaterales de los ajustes de cuentas entre los delincuentes, especialmente los dedicados al narcotráfico, como ha ocurrido ahora en San Bernardino. Este lugar de veraneo por excelencia en nuestro país, el más tradicional, es el sitio favorito elegido por las familias para pasar el caluroso verano. Miles de jóvenes cubren sus calles en alegres bandadas, de día y de noche, y era inimaginable que la paz fuera violentamente alterada por integrantes del crimen organizado para dirimir sus diferencias. Pero este episodio nos ubica frente a la tremenda realidad: el narcotráfico no solo ha inficionado la estructura del Estado, como lo reconocen altos exponentes del Gobierno, sino que se ha expandido por todo el territorio, mucho más allá de las zonas tradicionales de violencia, como el Alto Paraná y el Amambay”, comienza el editorial del diario paraguayo.

“El mismo día el sicariato también le costó la vida a una madre y a un hijo en la localidad de Ypané, al parecer a manos del célebre “clan Rotela” dedicado a la comercialización de estupefacientes. Las guerras entre las organizaciones criminales revelan que, desde hace varios años, la institución policial es incapaz de preservar el orden público”, continua la nota que recuerda otros asesinatos en los últimos años en distintos lugares del país.

“Si la guerra continúa, teniendo ya como escenario el país entero, es porque sus protagonistas no tienen motivos para temer que las fuerzas del orden intervengan decididamente para poner coto a sus desmanes. ¿Cómo lo harían si también ellas están infiltradas por los mafiosos? Lo dijo el propio presidente de la República, Mario Abdo Benítez, en octubre de 2020, sin mayores consecuencias: “Hay mucha permeabilidad; el crimen organizado permea varias instituciones; tenemos que mejorar nuestros sistemas de control”.

La nota compara las cifras de droga incautada en el país con la que llega a Europa con procedencia paraguaya: “Con frecuencia, las autoridades suelen proporcionar datos para justificar un aumento de las incautaciones de drogas en nuestro país, pero estas resultan ínfimas en comparación con las que se incautan en puertos europeos, procedentes del Paraguay. Por cierto, desde junio de 2020, se decomisaron en Europa 36.000 kilos de cocaína embarcados en el Paraguay, en tanto que, en igual periodo, la PN solo pudo impedir la exportación de 4.824 kilos”

“Es sabido que el Paraguay es un gran productor de marihuana, siendo el Brasil y la Argentina sus principales mercados, según la Senad. Para los habitantes de algunos pequeños municipios del sur del país no es ningún secreto a qué se dedican ciertas personalidades locales, siendo presumible que tampoco lo ignoren los organismos que deberían combatir el narcotráfico”, cotinúa.

El Paraguay ya está teniendo todas las características de un narcoestado porque nadie se atreve a depurar los organismos infectados por la mafia, que no vacila en derramar sangre, incluso en un sitio al que acuden unos 200 agentes policiales, que no controlan el ingreso del público, pese a que ya se sabía de la llegada de “fronterizos”. A este paso, queda poco espacio para el optimismo, sino para ir pensando en concurrir con chalecos antibalas hasta a los acontecimientos sociales.

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