
Joe Manchin, el demócrata que se convirtió en la pesadilla de Joe Biden

Gobernar con una mínima ventaja en el Congreso obliga a largas negociaciones, no sólo con la oposición sino con los de su propio partido. Esa es la situación que viene sufriendo Joe Biden desde que llegó a la Casa Blanca un año atrás. Los demócratas empatan en el Senado con los republicanos 50 a 50 y la vicepresidenta Kamala Harris es la que tiene el voto de oro en el momento de aprobar una ley enviada por el Ejecutivo. Pero para levantar su mano y ganar, antes tiene que tener el voto de todos sus compañeros senadores demócratas. Y ahí es cuando aparece un personaje oscuro que no había generado la menor atención a nivel nacional hasta que se convirtió en el azote de Biden: Joe Manchin.
Manchin es un poderoso empresario de la industria del carbón en el estado de Virginia Occidental que se dedica a defender los intereses de los combustibles fósiles de todo el país. Fue gobernador de su estado, entre 2005 y 2010, y llegó al Congreso de Washington, en 2012. Durante la presidencia de Donald Trump pasó desapercibido porque la Casa Blanca no tenía ningún interés en afectar esas industrias. Pero comenzó a ser clave cuando Biden asumió con una prolífica agenda de iniciativas para detener el cambio climático. Se opuso a levantar la mano para aprobar lo que podría ser la columna vertebral de la presidencia demócrata, la ley Build Back Better (BBB), de 1,7 billones de dólares, aprobado por la Cámara de Representantes en noviembre, que tiene como objetivo ofrecer una amplia red de seguridad social, combatir el cambio climático y regularizar a millones de indocumentados.
Tras meses de negociaciones, la administración Biden no logró convencer a Manchin de que apoye la iniciativa. El senador argumenta que está contra la medida por su alto costo, porque elevaría la inflación y se prestaría a que mucha gente abuse de la ayuda social que se contempla dar a las familias con varios hijos. “Mis colegas demócratas en Washington están determinados a cambiar dramáticamente nuestra sociedad en una forma que deja a nuestro país aún más vulnerable ante las amenazas que enfrentamos. No puedo tomar ese riesgo”, dijo Manchin. El verdadero motivo es más simple, sigue siendo el accionista principal de la minera Enersystem, que fundó en 1989 y dejó en manos de su hijo, y para sus campañas recibió enormes cantidades de dinero y apoyo de las principales empresas petroleras. Es el senador que más fondos de campaña recibió de la industria del petróleo y el gas, según el sitio web OpenSecret, que rastrea la cantidad de dinero que gastan los grupos de presión en Washington.

Manchin es liberal en lo económico y ultra-conservador en lo social. Se opone al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo. También votó en contra de un impuesto a los ultra-ricos y al aumento del impuesto de las grandes empresas tecnológicas. También luchó contra una propuesta para ampliar los permisos de maternidad y paternidad y consiguió forzar al gobierno a reducir el nivel de las prestaciones por desempleo. Obligó a Biden a reducir la financiación de la ley BBB a la mitad para que pudiera ser presentada en el Senado.
Durante su mandato como gobernador, se opuso a las políticas de protección del medio ambiente y de la Agencia Federal de Protección Medioambiental (incluso contra las regulaciones sobre la minería de extracción de la cima de las montañas). También a las restricciones a las emisiones de gases de efecto invernadero, a la creación de un régimen de comercio de emisiones y a la introducción de un impuesto sobre el carbono. En 2017, celebró la decisión de Donald Trump de retirarse del acuerdo climático de París. Tres años después, cuestionó la decisión de Biden de volver a firmar el acuerdo. También criticó al presidente demócrata por su decisión de detener la construcción del oleoducto Keystone. En 2021, contribuyó a impedir la adopción de un programa para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
En algunas de las votaciones, Manchin tuvo el respaldo de otra senadora demócrata conservadora, Kyrsten Sinema, que representa al estado de Arizona. Es una senadora nueva que se hizo popular por declararse bisexual y componer una “caucus” (grupo parlamentario) con otros seis senadores gays y lesbianas. Nació en una familia de mormones y comenzó su carrera en el Partido Verde, pero desde entonces dio varios golpes de timón hasta colocarse junto al ala más conservadora de los demócratas. En los primeros 100 días de la presidencia de Biden, votó en contra de la propuesta de aumento del salario mínimo federal a 15 dólares la hora como parte del paquete de estímulo para hacer frente a los efectos de la pandemia del COVID-19. También bloqueó la abolición del “filibuster”, el procedimiento que permite obstruir un proyecto de ley en el Senado. Y es una gran detractora de la ley BBB.

La prensa de Washington dice que los funcionarios de la Casa Blanca están planeando un enfoque más sutil para tratar de ganar el apoyo Manchin y su aliada Sinema. El año pasado lograron la aprobación de la ambiciosa ley de mejora de las infraestructuras después de duras negociaciones con el senador de Virginia Occidental. Y esta vez, aseguran en los pasillos del Congreso, habrá reuniones y negociaciones secretas. “Simplemente no vamos a hablar ni confirmar ninguna conversación que el presidente tenga con miembros del Senado, de cara al futuro”, dijo la semana pasada la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. Por lo bajo, los funcionarios admiten que fueron “al choque” con Manchin y no tuvieron en cuenta un dato clave: representa a Virginia Occidental, donde en las últimas elecciones Trump derrotó a Biden por 39 puntos. Un estado de apenas 1,8 millones de habitantes muy afectada por el cierre de las industrias contaminantes dependientes del carbón y con muy bajos índices en el cuidado de la salud y la educación, así como un muy alto consumo de opioides.
Los demócratas del Congreso esperan llegar a un acuerdo para aprobar la ley Build Back Better antes de que Biden tenga que dar discurso sobre el Estado de la Unión, previsto para el 1 de marzo. La BBB sería un primer paso para reducir la enorme concentración de la riqueza en Estados Unidos que en los últimos 30 años creció del 26% al 33%. Esto significa que el 1 por ciento de las personas más adineradas del país poseen uno de cada tres dólares que están en manos de los estadounidenses. El plan de Biden es aumentar en un 8% los impuestos a quienes tienen ingresos superiores a los 25 millones de dólares al año y un 5 por ciento a quienes ganan entre 10 millones y 25 millones de dólares anuales. También contempla un incremento escalonado de las tasas para las grandes empresas. De acuerdo con el Institute on Taxation and Economic Policy, 55 de las corporaciones más grandes del país no pagaron impuestos federales en 2020. La iniciativa BBB requiere que aquellas firmas cuyas ganancias excedan mil millones de dólares anuales paguen impuestos federales equivalentes al menos al 15 por ciento de las ganancias que reportaron.
Pese a la reticencia de Manchin, así como de los republicanos que protegen a las corporaciones y reciben enormes donaciones de ellas, los demócratas insisten en que negociarán hasta lograr su objetivo. Chuck Shumer, el veterano líder demócrata del Senado lo puso de esta manera: “Sé que todos estamos frustrados por este resultado. Sin embargo, no vamos a darnos por vencidos con BBB. Punto. No dejaremos de trabajar hasta que aprobemos esta iniciativa. Y para eso vamos a tener a todos los demócratas, todos, en el mismo bote”. Claro que antes de subirse tendrán que tomarse una de esas pastillas para el mareo del navegante.