La educación ambiental, a 47 años de sus orígenes

La crisis ambiental se ve y se verá exacerbada por la pandemia y el impacto del cambio climático (EFE/Roberto Escobar)
La crisis ambiental se ve y se verá exacerbada por la pandemia y el impacto del cambio climático (EFE/Roberto Escobar)

De forma recurrente, la temática ambiental es un tópico presente en la agenda de medios y gobiernos, ya sea por el tratamiento de leyes que tienen injerencia en esta área o bien por acontecimientos de impacto ecológico negativo, como los incendios forestales. ¿Estamos preparados como sociedad para lograr consensos sobre cómo debemos actuar? ¿Falta información o formación? A pesar de que nuestro presente nos habla de la pérdida de biodiversidad, del tráfico ilegal de vida silvestre, el calentamiento global, los residuos urbanos, entre tantas otras problemáticas, se van acelerado las cadenas de producción y consumo, poniendo en serio riesgo los recursos que nos permiten la supervivencia de los ecosistemas, incluso la sobrevida de la especie humana. En este sentido, la pandemia provocada por el Sars-Cov-2 pone en evidencia que nos encontramos bastante lejos de los objetivos que propone la Educación Ambiental como herramienta para tomar decisiones correctas en pos de la conservación de todas las formas de vida. Sin embargo, entendemos que estos problemas no surgen de manera aislada, sino que se articulan como emergentes de un sistema de desarrollo humano a nivel planetario que nos pone ante problemáticas de tal complejidad que resultan inéditas en la historia de la humanidad.

¿Qué pasa con la educación ambiental en Argentina? A partir de la década de los noventa se abrió un espacio para analizar y discutir cuestiones teóricas y metodológicas así como para intercambiar y difundir experiencias. En 1994 se introdujo en nuestra Carta Magna “el derecho a un ambiente sano y el deber de preservarlo”, así como el mandato a las autoridades de proveer a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales. Actualmente contamos con dos leyes de reciente sanción: la Ley Nacional de Educación Ambiental y la Ley Yolanda. Ambas alcanzan dos destinatarios importantes y responden a la necesidad de abarcar a la población general, en espacios formales y alternativos de aprendizaje, con una metodología adecuada en cada caso, que permite la reflexión, el debate y la participación como instrumentos de conocimiento de la realidad y de transformación de la misma. Y también interpelan a aquellos tomadores de decisiones, pues son urgentes las determinaciones en materia ambiental y no dan lugar al error.

Las organizaciones han sido claves para este avance en la legislación pero su labor no termina, hoy en día deben continuar trabajando fuertemente para participar en la implementación de ambas normativas, complementando el accionar del Estado, ya que su vasta experiencia es necesaria para alcanzar los resultados esperados. Desde esos espacios integrados por la sociedad civil se realizan aportes a la Educación Ambiental, aplicando modelos de trabajo valiosos y con distintos objetivos, pero con el mismo propósito de promover entre todos los ciudadanos una vida más sustentable y en armonía con todas las formas de vida.

El desafío que tenemos hacia delante es cómo articular entre todos los que estamos en esta gesta para acelerar los tiempos y alcanzar el propósito en el menor plazo: la Agenda para el Desarrollo Sostenible nos dice que tenemos 8 años para lograr los 17 Objetivos, por lo que queda poco tiempo para ir separados: la invitación es a que lo hagamos juntos.

Con este marco es momento de pensar objetivos y metas claras para responder a lo que plantea la Encíclica papal LAUDATO SI, un documento muy en sintonía con el punto de vista de organizaciones que trabajan por la conservación y de las personas preocupadas por las problemáticas ambientales del presente: “La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza. La crisis ambiental no se trata solo de una crisis ecológica, en términos de pérdida y degradación ambiental, sino de una crisis más profunda que incluye los principios de la modernidad, convirtiéndose en una cuestión civilizatoria”.

SEGUIR LEYENDO