La hija de un desaparecido espera el primer veredicto en el mundo por torturas en Siria

En un ruidoso café de Berlín, Wafa Mustafa despliega fotos sobre la mesa. Esta siria de 31 años, muestra a su padre, un opositor al régimen de Bashar Al Asad, arrestado en 2013 y desaparecido desde entonces.

A la espera de que la justicia alemana dé el jueves su veredicto en el primer juicio en el mundo por los atropellos imputados al poder sirio, esta activista quiere que se haga la luz sobre el paradero de su padre y de todos los desaparecidos, triturados por la maquinaria represiva siria desde 2011.

El juicio en Coblenza (oeste) de un excoronel de los servicios secretos de Asad, acusado de crímenes contra la humanidad, es una «primera etapa importante» en la búsqueda de justicia en Siria, dice a la AFP esta exiliada.

«Pero lo más importante es no considerar las detenciones arbitrarias como algo que pertenece al pasado» precisa.

«Debemos salvar a quienes aún pueden ser salvados» dice la joven, con los ojos que se llenan de lágrimas.

Las detenciones arbitrarias y las torturas en las cárceles del régimen han sido ampliamente documentadas por varias ONG. Decenas de miles de fotos de cuerpos devastados por los golpes y la tortura han sido exfiltradas por el exfotógrafo  militar «César».

«Nadie puede imaginar la magnitud del horror y la brutalidad que hemos padecido y seguimos viendo» dice Wafa Mustafa, invitada el año pasado a dar su testimonio en la ONU.

– Desaparecidos –

Frente al tribunal de Coblenza donde comparece desde hace dos años  Anwar Raslan, Wafa ha expuesto las fotos de un centenar de desaparecidos en Siria.

Fotos confiadas por familias que, desde su exilio, buscan aún a sus familiares desaparecidos.

Esa es la «desesperanza que nos habita», ilustra Wafa Mustafa.

Según varias ONG, unas  100.000 personas han desaparecido desde el inicio de la revuelta popular en 2011, víctimas de la represión o secuestradas por facciones que luchan contra el régimen.

La joven nada sabe sobre su padre desde que unos hombres armados se lo llevaron por la fuerza de un apartamento en julio de 2013 en Damasco. Amante de la libertad, había participado en manifestaciones contra  Bashar al-Asad. Wafa Mustafa está convencida de que fue detenido por su activismo político.

Wafa, su madre, y sus dos hermanas han acudido a contactos, pagado sobornos, tocado a todas las puertas. En vano.

«Es uno de los aspectos más difíciles cuando desaparece un ser querido (…) Se extienden el miedo y la desesperación. Te roban tu dinero, tu energía, tus convicciones» prosigue esta determinada mujer, que vive en Alemania desde hace seis años.

– Una carta al acusado –

En Coblenza, hizo llegar una carta al acusado a través de su abogado. ¿Sabe Anwar Raslan algo sobre su padre, pues dirigió un centro secreto de detención? Raslan le respondió que no tenía informaciones.

Asistir a las audiencias en Coblenza ha sido un «enorme desafío personal». Rodeado de abogados y de intérpretes, Anwar Raslan, acusado de haber ordenado actos de tortura, tiene derecho a un juicio justo mientras tantos sirios se pudren en infames celdas.

Sin embargo, Wafa no trama ninguna venganza, porque tiene una clara convicción. «La justicia para Siria no pasa por la venganza»

«Por eso luchamos hace diez años: la libertad, la justicia y el Estado de derecho», dice.

El 19 de enero, se abrirá en Fráncfort otro proceso sobre crímenes contra la humanidad atribuidos a un médico en Homs en 2012.

Wafa Mustafa va a proseguir su lucha. «El recuerdo de mi padre, y Siria son mis armas». En las redes sociales, publica minuciosamente el número de días transcurridos desde la desaparición de su padre. Acaba de superar los 3.100.

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