
La pobreza impulsa flujo de migrantes birmanos a Tailandia

Una pareja de Birmania caminó de noche por la selva y por terrenos montañosos para evitar ser detenidos en su travesía hasta Tailandia, en busca de una solución a las penurias económicas de su país, donde no encuentran empleo.
Myo Chit y su esposa están entre los miles de migrantes que hicieron este extenuante viaje en los últimos meses, víctimas de la crisis de una economía golpeada por la pandemia y la turbulencia política tras el golpe militar que depuso al gobierno civil de Aung San Suu Kyi.
El viaje de dos días desde la región costera birmana de Tanintharyi los llevó por plantaciones de maíz y caucho y una densa selva antes de alcanzar la porosa frontera, donde cruzaron a la provincia tailandesa de Kanchanaburi con ayuda de un traficante.
La pareja se trasladó después a la provincia de Samut Sakhon, cerca de Bangkok, donde los migrantes birmanos suelen encontrar empleo.
Pero los migrantes indocumentados no tienen la vida fácil en Tailandia.
Muchos pasan sus noches hacinados en pequeños espacios o en casas de amigos o familiares, mientras pasan sus días eludiendo a las autoridades.
«No podíamos quedarnos (en nuestro pueblo) (…) teníamos que pensar en el futuro de nuestros hijos», explica a la AFP Myo Chit, de 45 años, quien usa un nombre falso para no ser detectado por las autoridades tailandesas.
Encontró trabajo en una fábrica de tinte de ropa, ganando 10 dólares diarios.
Con un niño de seis años y un bebé al cuidado de sus suegros en Birmania, Myo Chit asegura que fue difícil salir pero que tenía que hacerlo.
«No podíamos quedarnos allí con los precios elevados, teníamos que dejar nuestra aldea», agrega. «Vinimos aquí solo a ganar dinero».
– «Es difícil» –
Desde hace mucho tiempo, los birmanos emigran a Tailandia en busca de empleo. Ya antes de la pandemia, había dos millones de trabajadores radicados en el país vecino.
Con el cierre fronterizo desde marzo de 2020, los migrantes no han tenido más opción que hacer el viaje ilegalmente.
No hay datos oficiales sobre el alcance del flujo, pero expertos señalan que un indicador es el número de migrantes capturados por las autoridades.
En los meses posteriores al golpe del 1 de febrero en Birmania, el número de detenciones se triplicó, según cifras del gobierno tailandés.
Alcanzó su nivel máximo en noviembre con más de 6.000 migrantes interceptados, un aumento de más de 10 veces desde las 560 personas detenidas en enero.
Según Geraldine Ansart, responsable de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Tailandia, por cada persona detenida «es realista pensar que (…) al menos otro birmano cruzó la frontera sin ser aprehendido».
Roisai Wongsuban, una activista tailandesa por los derechos de los migrantes, dijo que el aumento de las llegadas se debe a la crisis económica posterior al golpe, que causó inflación y afectó el empleo.
Los precios de los alimentos se duplicaron y el combustible se encareció cuando la moneda local, el kyat, se depreció frente al dólar y la población se empobreció, indicó.
«Es difícil para la gente común», dice.
Trabajadores temporales, que antes entraban y salían de Tailandia, quedaron abandonados con el cierre fronterizo por la pandemia.
«La frontera lleva tanto tiempo cerrada que no hay un camino legal para los trabajadores que quieren volver a Tailandia», señala Roisai.
El portavoz del ejército tailandés, el general Santipong Thammapiya, dijo que la reapertura al turismo en noviembre fue lo que volvió a atraer a los birmanos, muchos de los cuales trabajan en industrias vitales para el país, incluyendo las de servicios y restauración.
«Los trabajadores querían volver», afirma a la AFP. «También ellos confían en el sistema tailandés de salud, que los puede atender por covid».
– Tolerancia cero –
En Tailandia hay mucha demanda de trabajadores birmanos, ya que suelen aceptar salarios bajos dada su condición migratoria.
Según el ministerio de Trabajo, Tailandia tiene una carencia de hasta 200.000 trabajadores.
Pero de acuerdo con Santipong, Bangkok no tolera la migración ilegal, y los que son detenidos al intentar entrar en el territorio son capturados «para ser procesados, seguido de (…) la repatriación», indica.
Pese a los obstáculos, dos traficantes de personas que operan cerca del paso fronterizo de las Tres Pagodas, en la provincia de Kanchanaburi, dijeron a AFP que su negocio funciona bien.
El precio por cruzar oscila entre 13.000 y 25.000 bahts tailandeses (380 a 750 dólares). La desesperación lleva a muchos a pagar estas sumas.
«Algunos son detenidos, pero muchos más no lo son», declaró uno de los traficantes a AFP sin revelar su identidad.
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