Militares españoles alzan la voz hartos del «ninguneo retributivo»
Entregar la vida en defensa de España nunca tuvo menos valor. Eso es lo que parecen percibir buena parte de los miembros de las Fuerzas Armadas, que contemplan con amargura y frustración cómo su compromiso con la patria se recompensa, en ocasiones, con un sueldo de apenas mil euros al mes. «Hartos» del «ninguneo retributivo» y de unos salarios «exiguos», los militares alzan la voz para reclamar un reconocimiento efectivo de su trabajo y su sacrificio.
Misiones en el extranjero, extinción de incendios, rescates en montaña, intervenciones por climatología adversa… Son algunas de las operaciones a las que el Ejército español debe hacer frente cada año, sin olvidar las labores excepcionales a las que desde 2020 han tenido que consagrarse sus integrantes a causa de la pandemia. Ante «toda una vida de dedicación y servicio», las asociaciones de militares piden una subida salarial, como la que han tenido la Policía Nacional y la Guardia Civil, que han visto aumentar sus sueldos «entre 400 y 600 euros al mes».
Varias de estas asociaciones ya se reunieron hace meses con la ministra de Defensa, Margarita Robles, para trasladarle sus exigencias y una propuesta de mínimos sobre la que comenzar la negociación. El resultado ha sido un aumento mensual que oscila entre los 40 y los 113 euros, según calculan, algo que consideran insuficiente. «Hicimos una propuesta de unos 2.000 millones de euros a aplicar en tres o cuatro años. Lo único que ha hecho el Gobierno es dejar pasar el tiempo», explica a 20minutos Jorge Bravo, secretario de comunicación de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME).
Esta situación ha llevado a algunas de estas asociaciones a convocar una manifestación el próximo 16 de octubre en Madrid para denunciar la «la falta de voluntad de las Administraciones» y reclamar un salario ajustado a la «penosidad» y el «riesgo» que esta profesión lleva aparejados. «Volvemos a dar otro paso para hacer ver a la ministra que no estamos contentos, no queremos que se nos siga tomando el pelo«, recalca.
Son los sueldos más bajos, correspondientes a soldados y marineros, los que más han notado la subida, de manera que ahora cobran «entre 1.030 y 1.070 euros al mes». «Hay sargentos que se están presentando para la Guardia Civil, porque van a cobrar más como guardias que como suboficiales del Ejército«, dice el secretario de comunicación de la AUME.
Además, estas retribuciones condicionan la vida de estos militares. «Con ese sueldo, un soldado no se plantea buscar un destino en Madrid, pero se le puede asignar de manera forzosa. En ese momento, le deshacen la familia. Hay gente que está en Cádiz y dice que, como lo manden a la capital, pide la baja del Ejército porque no puede vivir con ese salario«, apunta Bravo. Y añade que esta precariedad lleva a algunos de ellos a participar en misiones internacionales para cobrar dietas o a ingresar en la UME por los complementos «tan altos» que cobran: «Tampoco duran mucho ahí, porque están muy exprimidos».
Para poner fin a esta situación y mejorar sus sueldos, piden que se retribuyan ciertos servicios: «Las guardias de 24 horas no se pagan, ni el servicio en fin de semana ni las horas extras ni la nocturnidad. Nosotros tenemos disponibilidad permanente, 24 horas al día 375 días al año. Queremos que se reconozca esta parte del trabajo que realizamos, que a día de hoy dentro de la nómina no tiene cabida».
«A la hora de hacerte un proyecto de vida, con el sueldo de soldado es imposible. No da para mantener a la familia«, reconoce un suboficial destacado en diferentes misiones internacionales a lo largo de los últimos años que prefiere no dar su nombre. En este sentido, resalta que, aunque tienen «vocación», la retribución es «corta», con experiencias duras para ellos y sus familias. «Cuanto estás fuera, sufren porque no sabes si estás bien o te ha ocurrido algo», dice.
En la misma línea se pronuncia Marco Antonio Gómez Martín, presidente de la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME), que incide en la profesionalidad de las Fuerzas Armadas al denunciar la escasez de las retribuciones. «El Ejército ha estado sacando y llevando muertos durante la pandemia, velando y rezando por ellos cuando nadie podía entrar al Palacio de Hielo para darles el ultimo adiós. Ha estado desinfectando prácticamente a pecho descubierto residencias, jugándose su físico y el de su familia. Ha estado evacuando personas de Afganistán hasta el último momento», recuerda.
«En Filomena los militares se levantaban a primera hora y estaban hasta las diez paleando nieve, sacando conductores de las autovías, llevando comida y medicamentos a las personas aisladas… Y eso se hace por mil euros. Las palmaditas en la espalda, los abrazos, esos gestos están muy bien, pero no ponen un plato de garbanzos en nuestra mesa. Nosotros lo hacemos con toda la vocación, pero mis hijos tienen que ir al colegio y yo les tengo que comprar libros, tengo que pagar la hipoteca…», señala, y denuncia que la «exigua» subida ha sido aún menor a causa del «recorte en algunos complementos».
También se pronuncia sobre el aumento en la retribución de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que sí que han visto atendidas sus reivindicaciones. «No puede ser que hayan tenido una serie de subidas con el Gobierno en tres años de más de 600 euros al mes. ¿Y los militares qué? Yo he estado con los guardias civiles en la frontera de Ceuta haciendo servicio exactamente igual que ellos. Los suboficiales pilotos de helicóptero pilotan igual que los de la guardia civil, el rescate en montaña lo hacen igual, la UME actúa en incendios, catástrofes… ¿Eso no lo pagamos?», se desespera.
«Lo que yo no puedo ver es cómo a mi familia le falta mes a mes. Yo quiero darles a mis hijos un buen futuro, llevarlos a buenos colegios e intentar darles la mejor formación para que encaren el futuro con la garantía de poder ganarse la vida», relata con impotencia, al tiempo que denuncia que este .
La tercera asociación convocante de la manifestación del 16 de octubre es ASFASPRO, la Asociación Profesional de Suboficiales de las Fuerzas Armadas. Su presidente, Miquel Peñarroya, lamenta que «el riesgo, el sacrificio y la penosidad» asociados a esta profesión no se vean recompensados con unas retribuciones «justas». «Con las subidas, a mí me han aumento el salario unos irrisorios 26 euros. Además, se ha agravado la diferencia con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. El escalón que ya existía no se ha mitigado, sino que se ha convertido en un abismo», sentencia.
«¿Con qué se nos paga? Con una falta de respeto abismal. Llevamos más de un año ocupando titulares y se ve nuestro trabajo, pero eso no se traduce en mejores salarios. Estamos a la cola con diferencia del personal que trabaja en el sector público. No queremos ser más que nadie, pero estamos hartos de ser menos que todos. Valorar al personal implica valoración económica», destaca.