Ómicron pone a prueba a las fábricas estadounidenses por la escasez de personal
Por Timothy Aeppel
10 ene (Reuters) – Cuando Michael Tamasi llegó a su oficina el lunes tras el cierre por vacaciones, se encontró con que faltaban nueve trabajadores de su pequeña fábrica, bien porque tenían COVID-19 o porque habían estado expuestos y estaban intentando hacerse la prueba.
Esto supone más del 10% de su plantilla de 81 trabajadores, y es, con diferencia, la mayor incidencia de bajas que ha visto desde el inicio de la pandemia.
La última oleada de la crisis sanitaria, impulsada por la variante ómicron, altamente contagiosa, ha obligado a cancelar vuelos, cerrar tiendas, frenar la producción en las plantas de procesamiento de carne y cerrar aulas en todo el territorio de EEUU. La oleada está deteriorando un mercado laboral ya de por sí escaso y ha obligado a las autoridades sanitarias a reducir el periodo de aislamiento de los trabajadores una vez infectados.
La economía estadounidense sumó 199.000 puestos de trabajo el mes pasado, según un informe del Departamento de Trabajo publicado el viernes, y la tasa de desempleo bajó desde el 4,2% de noviembre al 3,9%, lo que subraya la escasa disponibilidad de trabajadores.
La lucha por cubrir los puestos de trabajo vacantes ha incrementado los salarios y ha contribuido al aumento de la inflación. El informe del viernes mostró otra ronda de fuertes aumentos en las nóminas, con una subida media de los salarios por hora del 4,7% con respecto a hace un año.
Muchos fabricantes, presionados para permanecer abiertos durante la pandemia, han encontrado formas de mantener las líneas de montaje en marcha. De hecho, muchos afirman que hasta ahora están haciendo frente a la última oleada de enfermedades sin grandes recortes de producción.
«Definitivamente es peor de lo que ha sido hasta ahora», dijo Tamasi, director general de AccuRounds, un fabricante por contrato de piezas metálicas en Avon, Massachusetts. Tamasi ha mantenido la producción en marcha añadiendo horas extras.
«Básicamente estamos abriendo a todas horas para poder sacar el máximo provecho con la gente que tenemos», dijo Tamasi, que fabrica piezas utilizadas en aviones, robots y dispositivos médicos, incluidas las máquinas que fabrican vacunas.
No cabe duda de que aún podría producirse una mayor oleada de bajas por la pandemia. En el pasado, las reuniones familiares durante las fiestas han alimentado los incrementos de casos semanas después de las celebraciones.
Jason Lippert, director general de LCI Industries, el mayor proveedor de piezas para la industria de vehículos recreativos, dijo que su empresa está viendo casos positivos a diario, que van desde «cinco en el margen inferior hasta 20 en el margen superior». Es un problema, dijo, pero es manejable.
Sin embargo, Lippert está muy pendiente, ya que la variante ómicron está empezando a afectar con más fuerza a la región donde tiene la mayoría de sus 100 plantas, en Elkhart, Indiana, y sus alrededores.
La variante ómicron ha aparecido justo cuando muchos empresarios estaban recuperando por fin sus fábricas después de las interrupciones y confinamientos que se produjeron a principios de la pandemia. Jim Kirsh, presidente de Kirsh Foundry Inc, en Beaver Dam, Wisconsin, dijo que no ha experimentado un aumento del absentismo en su empresa de 110 personas, aunque acaba de registrar su primer caso de COVID en seis meses.
Dijo que sólo recientemente consiguió que su fábrica se acercara a la ocupación plena después de aumentar los salarios iniciales en más del 50%, en múltiples pasos, desde marzo de 2020.
Ha trasladado esos costes a los clientes, aunque muchos se han opuesto.
«La mayoría pidió ejemplos de nuestros principales factores de coste y cuando les mostramos que los salarios han subido un 57%, el gas natural un 100% y las aleaciones entre un 50% y un 300%, no hay mucho que puedan decir», escribió en un correo electrónico.
El aumento de los costes y la escasez de mano de obra han empujado a muchas empresas a invertir recursos en nuevas tecnologías, incluida la automatización. Kirsh tiene previsto gastar hasta 2 millones de dólares este año en robots que recortarán entre cuatro y ocho puestos de trabajo.
Kirsh afirma que tiene poco control sobre la mayoría de sus costes —como las materias primas y el transporte—, por lo que se centra en aumentar la cantidad que puede producir cada trabajador.
«Cuanto más cara sea la mano de obra, menos contrataré».
(Reporte de Timothy Aeppel; Edición de Nick Zieminski; Traducción de Flora Gómez)