Riesgo país 2001-2022: por qué sube y cómo impacta

Martín Guzmán (Adrian Escandar)
Martín Guzmán (Adrian Escandar)

En el marco de una crisis, siempre el Riesgo País (RP) es uno de los indicadores que refleja cuánta incertidumbre tiene una nación. Para otros es el termómetro del contexto político/económico por el que atraviesa un país para los inversores. El RP se mide a través del índice EMBI (Emerging Markets Bonds Índex o Indicador de Bonos de Mercados Emergentes), que es elaborado por JP Morgan y compara el rendimiento de los Bonos del Tesoro de EEUU (considerado libres de riesgo y seguros) con los emitidos por países emergentes.

En Argentina, el indicador tiene una evolución es muy errática. Si tomamos el periodo del 2000-2022 podemos notar que el nivel más alto fue 7.222 puntos, el 7 de agosto del 2002 en la gestión presidencial de Eduardo Duhalde y se llegó a ese record a partir del mega-default anunciado por Adolfo Rodríguez Saá en un contexto de la salida de la convertibilidad, devaluación, pesificación de los depósitos y más de 40% de pobreza.

Fuente: EMBI, Elaborado por JP Morgan
Fuente: EMBI, Elaborado por JP Morgan

El punto más bajo, corresponde a un valor de 184 puntos que sucedió el 26 de enero del 2007, en la presidencia de Néstor Kirchner en un escenario impulsado por una excelente performance de nuestros commodities (nivel de precios altos en el sector cerealereo y oleaginoso) y un ciclo sostenido de expansión mundial.

Abajo podemos observar la misma dinámica que mostramos en el primer gráfico, pero detallada por periodos presidenciales, lo cual nos permite observar los niveles de riesgo país más altos y bajos por las diferentes gestiones. En resumen, este cuadro muestra que, en todas las etapas de la política económica argentina, hubo en una constante y sostenida inestabilidad, por esta razón fue considerado nuestro como un “defaulteador serial”, debido que se encuentra siempre fluctuando entre la inestabilidad política, fuertes recesiones y expectativas de una falta de credibilidad incesante. En datos, podemos decir que el Riesgo País promedio durante el periodo 2000-2021 fue de 1.614 puntos, es decir en 20 años en promedio tuvimos una sobre tasa de 16,14%.

Fuente: EMBI, elaborado por JP Morgan
Fuente: EMBI, elaborado por JP Morgan

Ahora para entender mejor la importancia del RP, vamos a tomar el ejemplo de una empresa que quiere hacer una inversión de USD 100.000 en maquinarias agrícolas o equipos informáticos (bienes de capital) y busca hacerlo en Estados Unidos. Ese país le ofrecerá una rentabilidad de 5% en un año con bajo riesgo, Argentina por su parte le puede ofrecer el mismo 5% pero con riesgo medio de perdida, por tanto, este inversor se inclinaría a llevar su dinero a EE.UU. Por eso Argentina debe ofrecer mayor rentabilidad, es decir un 5% (rentabilidad segura) sumado a un 18,74% (riesgo país 1.874 puntos). Por tanto, el empresario puede comparar entre elegir una inversión segura de un 5% o correr el riesgo de impago a cambio de más del doble de rentabilidad.

Podemos hacer el mismo ejercicio para otros países. Por ejemplo, Perú ofrece una sobretasa de 1,85%; Chile de 1,62%; Uruguay, 1.45%; y Brasil, 3,24%. Es decir que si se invierten esos mismos USD 100.000 dólares allí, además de la rentabilidad cada país brindará una prima adicional de entre 1% y 3% por el riesgo de invertir. Argentina debe ofrecer más de 17% para compensar el riesgo.

Invertir en bienes de capitales en nuestro país es complejo ya que las empresas que se encuentran en suelo argentino conviven con niveles de RP altos y más aún si se quiere comenzar una inversión mediante financiación crediticia. Como no hay seguridad sobre el retorno de la rentabilidad de la inversión, el Gobierno lanza líneas de créditos con tasas subsidiadas, plazos para pagos bastante largos y períodos de gracia para amortizar el capital. Esto sin duda, solo es un “parche” insuficiente para los privados, ya que la devolución de la financiación dependerá de la rentabilidad de la empresa y esto sigue atado a alas condiciones económicas que siguen sin resolverse en el tiempo.

Para observar la magnitud del problema de Argentina, es necesario compararnos con la región. El ranking de países con mayor RP nos muestra en el segundo lugar, con casi 1.900 puntos, mientras que el primero lo ocupa Venezuela con 33.352 puntos. Tercero está El Salvador con 1334 puntos.

A nivel mundial es igual: priemero Venezuela, segunda Argentina. Luego, Ecuador (877), Egipto (722), India (673), todos con indicadores de vida que se encuentran por debajo de la media mundial. Es decir, la posición de Argentina es tan endeble que el mercado castiga con una prima de riesgo tan alta, debido al gran nivel de desconfianza no solo de las medidas económicas sino de los mismos policymakers y su capacidad de generar estabilidad al país. Vale la pena recordar que el promedio general del RP Global se encuentra cerca de los 344 puntos para todos los países a nivel mundial y superar este nivel hace referencia que el país se encuentra posicionándose en niveles globales críticos.

Hoy estamos viendo el Riesgo País más alto desde septiembre del 2020, cuando el país reestructuró la deuda con los acreedores privados por más de USD 100.000 millones con una adhesión de más del 90% de los acreedores y así evitó un default seguro. Pero esto habría sido insuficiente para mejorar las expectativas en el mercado, porque el riesgo país en lugar de retroceder creció en más de 800 puntos en el tiempo. Así, la debilidad macroeconómica en conjunto con medidas políticas desafortunadas anularon cualquier efecto positivo del canje de la deuda.

Todos estos aumentos del Riesgo País siempre se encontrarán “atados” a la performance económica. Por eso, si el Gobierno quiere detener la curva ascendente deberá ajustar variables como la emisión monetaria generadora de déficit fiscal que anticipa problemas inflacionarios, acortar la brecha cambiaria del oficial con el paralelo y recuperar el nivel de reservas del BCRA para lograr cierta solidez en la autoridad monetaria.

Esta más que claro que las medidas antes presentadas van a depender del acuerdo con el FMI (recordemos que las líneas de financiación del estado están virtualmente cerradas por parte del FMI, pero aun así nuevas líneas se abrieron, como la del BID y Banco Mundial). En la medida que se demore más el programa, la expectativa de riesgo en el país no encontrará techo. Ya no alcanza con un anuncio de un “Plan plurianual”. Ya no son suficiente palabras, el país necesita hechos que indiquen que vamos a un sendero de ordenamiento fiscal y monetario.

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