Tenistas encerrados y un ratón en el cuarto de Putintseva
Paula Badosa y Pablo Cuevas combaten el confinamiento en Melbourne lanzando raquetazos a la pared y practicando HIIT.
A Paula Badosa (23), el mundo se le vino encima hace tres días. Ocurrió al aterrizar en Melbourne. Llegaba desde Abu Dabi, en un vuelo que transportaba a un abanico de tenistas, técnicos y preparadores físicos. Uno de los pasajeros dio positivo por Covid-19.
Y hala, al encierro. Se decretó cuarentena para ella y para todo el pasaje. Y ahora se ve confinada en el cuarto, de 20 m2, con catorce solitarias jornadas por delante, nada que ver con el encierro relativamente más laxo que había programado el Open de Australia (arranca el 8 de febrero), y que incluía la posibilidad de salir a entrenarse durante cinco horas al día.
Ahora, en su cuarto en Melbourne, Badosa hace lo que puede. Se maneja en las redes sociales y cuenta que se ve justa de preparación.
-Dos semanas sin tocar raqueta, justo antes de disputar en un Grand Slam, no es una buena cosa -ha declarado.
El domingo buscaba socio de entrenamiento, un compañero con el que entrenarse, aunque fuera de modo virtual. Lo encontró ayer: Carlos Alcaraz, promesa del tenis de nuestro país, debutante en un Grand Slam. Su situación entronca con la de muchos otros tenistas. En su vuelo también viajaban Kerber, Cirstea, Kostyuk, Andreescu, Kuznetsova, Jabeur, Strycova o Putintseva. Las aventuras de Yulia Putintseva están siendo particularmente comentadas en las redes sociales. Recibió la visita de un ratón, hecho que la divirtió en un primer momento pero la torturó al paso del tiempo: dos horas más tarde no habían resuelto su problema.
También se dejó ver practicando ejercicios de coordinación y golpeándole a la pared con la raqueta y la pelota, exactamente igual que Pablo Cuevas, tenista uruguayo, otro confinado. Ahora mismo, hay 72 tenistas encerrados en sus cuartos en Melbourne.