Xiomara Castro rompe el tradicional bipartidismo en Honduras
Tegucigalpa, 25 ene (EFE).- Con la llegada de Xiomara Castro a la Presidencia de Honduras se rompe más de un siglo de bipartidismo tradicional, durante el cual gobernaron los conservadores partidos Nacional y Liberal. Ahora se abre la incógnita sobre si su mandato será un reflejo de lo que hizo su esposo, Manuel Zelaya, o llegarán aires nuevos al país centroamericano.
Castro asumirá el jueves fortalecida con el abrumador triunfo que obtuvo en las elecciones de noviembre de 2021, aunque débil en el Parlamento, donde el pasado día 21 su Partido Libertad y Refundación (Libre, izquierda), se fraccionó por desacuerdos en la elección de la junta directiva provisional del poder Legislativo.
La nueva presidenta de Honduras, esposa del expresidente Manuel Zelaya, quien fue derrocado el 28 de junio de 2009, además, no solo es la primera mujer que alcanza la primera magistratura del país, sino que también hizo posible que por primera vez la izquierda presida el Ejecutivo con la bandera de Libre, fundado en 2011.
UNA ESPERANZA PARA LOS HONDUREÑOS
La llegada de Castro al poder ha creado muchas expectativas y esperanzas entre los hondureños, que desde que su país retornó al orden constitucional, en 1980, han visto pasar diez gobiernos, cinco del Partido Liberal y cinco del Partido Nacional, que no fueron la solución a los múltiples problemas del país.
Castro recibió en noviembre un apoyo popular que ningún otro candidato presidencial ha logrado en la historia política de Honduras, incluido su marido, quien fue derrocado en 2009 cuando promovía reformas políticas que la ley no le permitía, con lo que, según diversos sectores, pretendía prolongar su mandato en el poder.
Por su discurso y promesas, Castro haría un mandato distinto al de su esposo, aunque la presidenta tendrá el reto de buscar soluciones a los graves problemáticas que tiene el país, como la pobreza que afecta al 70 % de sus 9,5 millones de habitantes, más de un millón de desempleados, malos sistemas de educación y salud, una violencia criminal, corrupción y narcotráfico, entre otros.
Castro atribuye la actual situación que vive Honduras a «la dictadura de doce años de fraude del Partido Nacional», los últimos ocho al frente de Juan Orlando Hernández.
La presidenta ha prometido un gobierno transparente y frenar la corrupción (que también salpicó a la administración de su esposo), la violencia y el narcotráfico que mancharon a los gobiernos del Partido Nacional al frente de Porfirio Lobo y Hernández (2010-2022).
También ha prometido mejorar los deficientes sistemas de salud y educación, y reducir la pobreza, en lo que no se ha hecho lo suficiente desde la llegada de la democracia.
40 AÑOS DE «LOGROS PÍRRICOS»
El director de la pastoral Cáritas, de la iglesia católica, German Cálix, dijo a Efe que en las últimas cuatro décadas hubo altos y bajos, con cosas positivas que ayudaron y se fueron creando condiciones para que una democracia formal se mantuviera.
«Fue un cierto logro, se fueron depurando de cierta manera las elecciones, aunque al final uno se da cuenta de que la esencia del fraude ha estado dentro de los mismos procesos electorales», agregó.
Además, Cálix señaló que en los últimos 40 años se fueron creando instancias, como el Ministerio Público, entre otras, «que son necesarias, pero que no fueron suficientes como para revertir la vorágine de corrupción que llevaba el país».
Las aperturas democráticas eran buenas y necesarias, como para crear una mejor y más grande institucionalidad, pero fueron cortadas por «políticos o por narcotraficantes», subrayó.
«Entonces, uno puede decir que hemos tenido 40 años de logros pírricos en el país, pero que el gran deseo de los hondureños es contar con estabilidad democrática, con instituciones fuertes, con un Estado sólido», recalcó el titular de Cáritas.
Pero eso no se logró en las últimas cuatro décadas, indicó Cálix, porque los mismos políticos se han encargado de debilitar el Estado y sus instituciones como el Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia, incluso las Fuerzas Armadas, que fueron corrompidas.
«Los mismos políticos se encargaron de que no creciéramos como democracia, sino al contrario, que nos mantuviéramos estancados durante muchísimo tiempo», recalcó Cálix.
Además, el estancamiento que ha sufrido Honduras ha llevado «a tres grandes rompimientos duros: el golpe de Estado a Manuel Zelaya en 2009, el gran fraude en las elecciones de 2017 y ahora -la división en Libre- a pesar de unas elecciones limpias», en 2021.
En opinión del director de Cáritas, los políticos hondureños «son de baja estatura, no han dado la medida con la democracia que quiere Honduras, con lo que el pueblo está soñando y esperando».
«Tenemos una clase política que no responde a ese deseo de que la democracia política se vuelva social y económica, una élite que ha considerado que es dueña del Estado, que creyó que el Estado era su patio y podía hacer y deshacer con él en todo momento», acotó. EFE
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